ANTECEDENTES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


El Tratado de Versalles obligaba a Alemania "a suprimir el servicio militar obligatorio, reducir su Ejército a 100.000 hombres, desmilitarizar todos los territorios situados en la margen oriental y occidental del río Rin, en una franja de 50 kilómetros de ancho; dejar de importar, exportar y prácticamente producir material de guerra; limitar sus fuerzas navales a 36 buques de superficie (no se le permitió mantener submarinos) y el personal naval a 15.000 hombres, quedándole prohibida la aviación militar.
También, Alemania aceptó que Guillermo II fuera juzgado por un tribunal internacional; bajo la acusación de haber cometido `un delito supremo contra la moralidad internacional´, juicio que nunca llegó a celebrarse". También debía aceptar el pago, de una desmedida indemnización, a las potencias aliadas, por los daños causados durante la Primera Guerra Mundial. Además, del pago en dinero, haría entrega de recursos naturales, ganado, trenes, embarcaciones, etcétera. Sin embargo, no fue hasta la Conferencia de Lausana, en 1932, que se pudo ajustar la cuantía y forma de hacer los pagos.
El pueblo alemán - después de perder su condición de imperio colonial, y el dominio sobre territorios del este europeo - rechazo enérgicamente las humillantes condiciones impuestas por el Tratado. Las críticas no se hicieron esperar y con ellas el surgimiento de apasionados movimientos de carácter nacionalista, que exigían una revisión de los acuerdos. A este ambiente frenético, se sumaba una hiperinflación desmedida en la economía alemana, que angustiaba el comercio y la producción nacional; cerca de 4 millones de desempleados y unas 30 mil empresas quebradas. Son estas condiciones sociales, económicas y políticas las que facilitan el ascenso al poder del nacionalsocialismo, en los años treinta, del siglo veinte.
Aunque la intención del Tratado era lograr una paz duradera, esta fue efímera, y no sería alentador el resultado veinte años más tarde. Para algunos historiadores, uno de los errores fue no dar cumplimiento a diferentes convenios, acordados al término de la Primera Guerra Mundial. Por solo citar un ejemplo, EE.UU. no los ratifica, y prefiere firmar con Alemania, por separado, el Tratado de Berlín, el 2 de julio de 1921. De esta manera, de las buenas intenciones se paso al principio de que "el fin justifica los medios", que se aplicará paranoicamente durante la guerra sin ningún pudor, no solo por los ejércitos del Eje.